martes, 28 de enero de 2014

Pan



El origen del dios de la naturaleza Pan no está muy claro, ya que en algunas versio­nes es hijo de Hermes y en otras lo es de Zeus, de Apolo e incluso de Cronos. Tampoco se conoce la identidad de su madre. Su nombre pudo ser Dríope, o quizá Calixto. Quien quiera que fuese, no hay duda de que después de su nacimiento quedó tan sorprendida por la apariencia del bebé, extremadamente hirsuto, con cuer­nos, patas y cola de cabra, que huyó inmediatamente. Afortunadamente las ninfas se apiadaron de él y le llevaron a Arcadia, una deliciosa región llena de bosques y montañas.

Pan era un dios sensual, que se pasaba el día persiguiendo a las ninfas y que tuvo una enorme descendencia con ellas. No sólo las ninfas fueron víctimas de sus caprichos, sino que también sedujo a Selene, la diosa de la Luna, disfrazándose de cordero. La ninfa Siringe, una fanática seguidora de la virginal Artemisa, no tenía intención de caer en sus garras y huyó a la ribera del río Ladón, donde las otras ninfas la protegieron transformándola en brotes de hiedra a petición propia. Después, Pan se hizo su flauta o siringe con los brotes de esa misma hiedra y aprendió a tocar con un aire quejumbroso hasta llegar a compe­tir con Apolo y su lira. Apolo ganó el con­curso, a pesar del apoyo de Midas, el des­graciado rey frigio, que prefería la manera de tocar de Pan, por lo que el dios le castigó obligándole a llevar orejas de burro.

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