El origen del dios de la
naturaleza Pan no está muy claro, ya que en algunas versiones es hijo de
Hermes y en otras lo es de Zeus, de Apolo e incluso de Cronos. Tampoco se
conoce la identidad de su madre. Su nombre pudo ser Dríope, o quizá Calixto.
Quien quiera que fuese, no hay duda de que después de su nacimiento quedó tan
sorprendida por la apariencia del bebé, extremadamente hirsuto, con cuernos,
patas y cola de cabra, que huyó inmediatamente. Afortunadamente las ninfas se
apiadaron de él y le llevaron a Arcadia, una deliciosa región llena de bosques
y montañas.
Pan era un dios sensual,
que se pasaba el día persiguiendo a las ninfas y que tuvo una enorme
descendencia con ellas. No sólo las ninfas fueron víctimas de sus caprichos,
sino que también sedujo a Selene, la diosa de la Luna, disfrazándose de
cordero. La ninfa Siringe, una fanática seguidora de la virginal Artemisa, no
tenía intención de caer en sus garras y huyó a la ribera del río Ladón, donde
las otras ninfas la protegieron transformándola en brotes de hiedra a petición
propia. Después, Pan se hizo su flauta o siringe con los brotes de esa misma
hiedra y aprendió a tocar con un aire quejumbroso hasta llegar a competir con
Apolo y su lira. Apolo ganó el concurso, a pesar del apoyo de Midas, el desgraciado
rey frigio, que prefería la manera de tocar de Pan, por lo que el dios le
castigó obligándole a llevar orejas de burro.
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